A medida que tomamos acción para protegernos y proteger a otros físicamente de la propagación de COVID-19, recordemos también recurrir a Dios para protección y sanación. A continuación, te presentamos algunas oraciones que puedes incluir en tu rutina diaria y te invitamos a unirte a nosotros para orar por paz, protección y sanación.
Vea la misa en línea a través de EWTN:
Magnificat está proporcionando acceso gratuito a su versión en línea para ayudar a las personas a orar desde casa.
Únete al arzobispo Samuel Aquila y la Arquidiócesis de Denver rezando esta novena a Nuestra Señora de Monte Bérico, intercesora y protectora en tiempos de plaga:
Nuestra Señora de Monte Bérico, intercesora y protectora en tiempos de plaga
Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, te doy gracias por haberte dignado aparecer sobre el Monte Bérico, y te agradezco por todas las gracias que tú les brindas a todos los que acuden a ti. Nadie ha dirigido su súplica a ti en vano. Yo también acudo a ti y te pido, por la pasión y muerte de Jesús y por tus dolores: acógeme, oh Madre Misericordiosa, bajo tu manto, un manto maternal; concédeme esta gracia que te pido [Por la protección y sanación de todos los miembros de las parroquias y escuelas de la Arquidiócesis de Denver del coronavirus, y la de todos los ciudadanos de nuestra ciudad, estado, país y el mundo entero] y protégeme de todo mal, especialmente del pecado, que es el mal más grave. Concede, oh María, Madre mía, que siempre goce de tu protección amorosa en esta vida y aun más en la muerte, para que así pueda verte en el cielo para agradecerte y bendecirte por los siglos de los siglos. Amén. Nuestra Señora de Monte Bérico, ruega por nosotros.
Novena: Del 16 al 24 de marzo. Concluye con la Solemnidad de la Anunciación, el 25 de marzo.
- Por el fin al coronavirus.
- Por todas las personas sufriendo por el coronavirus alrededor del mundo, para que sepan que Jesús está con ellas en su sufrimiento y para que sean sanadas.
- Por todos los enfermeros, doctores y trabajadores sanitarios. Los ponemos en las manos del Padre para que sean protegidos y bendecidos en su cuidado por los enfermos.
- Por todos los católicos que cargan con la cruz de no poder asistir a misa y recibir la Eucaristía por caridad al hermano, para que unan sus sufrimientos a los de Cristo y oren por la conversión del mundo y el fin del coronavirus.
- Por aquellos católicos cuyo corazón se ha vuelto indiferente a la Eucaristía, para que el Señor inflame en su corazón un deseo y amor profundos por la Eucaristía como el lugar de encuentro con Jesús y con el amor incondicional que les tiene.
- Por los sacerdotes en todo el mundo que ungen al enfermo y cuidan al moribundo, para que sean protegidos por la intercesión de nuestra Señora de Monte Bérico.
- Para que el Señor derrame su Espíritu Santo sobre los científicos y les dé conocimiento y sabiduría en su búsqueda por una vacuna y cura al coronavirus.
- Para que el Señor guíe con su Espíritu Santo a los líderes civiles y eclesiásticos en las decisiones que tomen respecto al coronavirus y el bien común.
- Para que, por medio de la intercesión de Nuestra Señora de Monte Bérico y San José, la plaga del coronavirus se acabe.
Señor Jesús, te agradezco por el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado, ya sea física como emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora.
Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mis fallos contra mí mismo y los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido.
Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tú quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tú quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para prepara mi vida contigo en el Cielo.
Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado, confundido). Te pido que aceptes cada mi respiro como un acto de amor y de confianza en Ti.
Tu eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás. Te amo, mi Señor, quisiera amarte con todo mi corazón.
Amén.
Santa Teresa de Ávila
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Padre Dolindo Ruotolo ✝ 1882-1970
Día 1
¿Por qué se confunden al preocuparse? Déjenme a mí el cuidado de sus negocios y todo se mantendrá en calma. Les digo que todo acto de verdadera, ciega y completa rendición a mí me produce el efecto que desean y que resuelve toda complicada situación.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 2
Entregarse a mí no significa ni inquietarse, ni estar amargado, ni perder la esperanza, ni tampoco significa ofrecerme una oración pidiéndome que transforme tu preocupación en oración. Está en contra de esta entrega, profundamente en contra, la preocupación, el estar nervioso y pensar en las consecuencias de todo. Es como la confusión que sienten los críos cuando le piden a su madre atender a sus necesidades, y luego intentan ocuparse de esas necesidades por sí mismos con el fin de que sus intentos se entrometan en el camino de su madre. Rendirse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, rechazar los pensamientos de tribulación y ponerse en mi cuidado, para que solo yo actúe, diciendo: “Ocúpate tú”.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 3
Cuántas cosas realizo cuando el alma tanto en sus necesidades espirituales como en aquellas materiales, se vuelve a mí, me y mira diciéndome: “Jesús, ocúpate Tú de ello”, y cerrando los ojos, reposa. Obtienen pocas gracias cuando se atormentan por producirlas, sin embargo, tienen muchísimas cuando la oración es un encomendarse plenamente a mí. En el dolor, ustedes oren para que yo obre, pero para que obre como creen que debo obrar… No se dirigen a mí, sino que quieren que yo me adapte a sus ideas; no son enfermos que piden al médico que los cure, sino que le sugieren la cura. No obren así, sino oren como les he enseñado en el Padrenuestro:
Santificado sea tu nombre, es decir, sé glorificado en esta necesidad mía.
Venga a nosotros tu reino, o sea, todo contribuya a tu reinado en nosotros y en el mundo.
Hágase tu voluntad así en la tierra, como en el cielo, es decir, dispón Tú, en esta necesidad, como mejor te parezca en lo tocante a nuestra vida temporal y eterna.
Si me dicen de verdad: “hágase tu voluntad”, que es lo mismo que decir: “Jesús, ocúpate Tú de ello”, yo intervendré con toda mi omnipotencia y venceré las mayores dificultades.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 4
Mira, ¿tú ves que la enfermedad apremia en vez de menguar? No te turbes, cierra los ojos y dime con confianza: hágase tu voluntad, “Jesús, ocúpate Tú de ello”.
Te digo que así lo haré y que intervendré como médico, y que hasta obraré un milagro cuando fuere menester. ¿Ves que el enfermo empeora? No te desanimes, sino cierra los ojos y di: “Jesús, ocúpate Tú de ello”. Te digo que yo me ocuparé, y que no hay medicina más poderosa que una intervención mía de amor. Me ocuparé de ello sólo cuando cierren los ojos.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 5
Y cuando yo los tenga que liderar por un camino diferente al que van, yo los prepararé; los llevaré en brazos; dejaré que se encuentren, como cuando los niños duermen en brazos de sus madres, al otro lado del río. Lo que les preocupa y les duele inmensamente son su razón, sus pensamientos y preocupaciones, y su deseo de afrontar lo que os afecta.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 6
No descansan nunca, quieren valorarlo todo, escudriñarlo todo, pensar en todo, y se abandonan así a las fuerzas humanas, o peor, a los hombres, confiando en su intervención. Es esto lo que obstaculiza, impide mis palabras y mis cálculos. ¡Oh, como deseo su abandono para beneficiaros!, ¡Y cuánto me aflijo al verlos turbados! Satanás tiende precisamente a esto: a turbarlos para apartarlos de mi acción y arrojarlos a la merced de las iniciativas humanas.
confíen por eso sólo en mí, reposen en mí, abandónense a mí en todo.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 7
Yo obro milagros en proporción del pleno abandono en mí, y a la ausencia de sus preocupaciones. ¡Yo derramo tesoros de gracia cuando ustedes están en la plena pobreza! Si aprecian sus recursos, por pocos que sean, o si los buscan, se hallan en el campo natural de las cosas, que es a menudo frecuentemente obstaculizado por Satanás. Ningún razonador o ponderador ha hecho milagros, ni siquiera entre los santos: obra divinamente quien se abandona a Dios.
Cuando veas que las cosas se complican, di con los ojos del alma cerrados: “Jesús, ocúpate Tú de ello”. Y distráete, apártate de ti porque tu mente es penetrante… y para ti es difícil ver el mal y tener confianza en mí. Haz así para con todas tus necesidades; obrad así todos y veréis grandes, continuos y silenciosos milagros. Se los aseguro por mi amor. Y yo me ocuparé de ello, se los aseguro.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 8
Cierren los ojos y déjense llevar por la fluida corriente de mi gracia; cierren los ojos y no piensen en el presente, alejando, del futuro, los pensamientos, igual que lo harían de la tentación. Reposen en mí, confíen en mi bondad y les prometo por mi amor que si dicen: “Jesús, ocúpate tu”, que yo me ocuparé de todo; yo los consolaré, los liberaré y los guiaré.
O Jesús, yo me entrego a Ti, ¡ocúpate de todo!
(Repítelo 10 veces)
Día 9
Rueguen siempre con esta disposición de abandono y tendrán gran paz y grandes frutos, incluso cuando yo les concedo la gracia de la inmolación de reparación y de amor, que importa en el sufrimiento. ¿Te parece imposible?
Cierra los ojos y di con toda el alma: “Jesús, ocúpate Tú de ello”. No temas, me ocuparé de ello y bendecirás mi Nombre humillándote. Mil plegarias no valen lo que un solo acto de abandono vale: recuérdenlo bien. No hay novena más eficaz que esta:
¡Oh Jesús me abandono en Ti, OCÚPATE TÚ DE ELLO!
(Repítelo 10 veces)
Madre, soy tuyo ahora y siempre.
A través de ti y contigo siempre quiero pertenecer completamente a Jesús.
Amén.
de San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén