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ANUNCIO DE JULIO 2024

Profundicen en la vivencia de la Misa durante este verano

Renueven su fe en Jesús Eucaristía con Juan 6

Queridas hermanas y hermanos,

Como muchos de ustedes saben, la Iglesia en los Estados Unidos está a punto de comenzar el tercer año del Avivamiento Eucarístico Nacional: el Año de la Misión. Me siento agradecido y profundamente edificado al ver a tantos de ustedes participar en los eventos nacionales de peregrinación en junio y en otras iniciativas durante los últimos dos años. También sé que muchos de ustedes están asistiendo al Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis. Cuenten con mis oraciones para un renovado encuentro con el poderoso amor de Jesús en la Eucaristía.

Aunque Jesús ha llevado a muchos a un profundo amor y creencia en su presencia en la Eucaristía, muchas de nuestras hermanas y hermanos todavía desconocen, rechazan o luchan con esta enseñanza. El papa Francisco reconoció esto al hablar sobre el Avivamiento Eucarístico en los Estados Unidos. Él dijo: “Lamentablemente, a día de hoy, a veces entre nuestros fieles alguno cree que la Eucaristía sea más un símbolo que la real y amorosa presencia del Señor.”[1] Debemos proclamar la verdad sobre la Eucaristía e invitar a todos a arrepentirse, creer y seguir a Jesús.

En este espíritu, les escribo para anunciar una serie de homilías sobre la Eucaristía en nuestras parroquias. A partir del 28 de julio y concluyendo el 25 de agosto, la Iglesia nos ofrece las lecturas del sexto capítulo del Evangelio según San Juan. La serie de homilías promueve un avivamiento en cada uno de nosotros mientras nos embarcamos en un viaje de purificación, recordando a los israelitas en el Éxodo, hacia un amor reavivado por nuestro Jesús Eucaristía. Estoy pidiendo a todas las parroquias que prediquen sobre temas comunes durante estas Misas dominicales para que podamos recorrer este camino juntos como una sola Iglesia en el norte de Colorado.

Siempre he creído que este capítulo es crucial para los esfuerzos del Avivamiento Eucarístico Nacional. He meditado y rezado con las ricas enseñanzas de Jesús en este pasaje durante más de 40 años. Al ver la Misa como un nuevo Éxodo, recordamos que acercarnos a la mesa de la cena del Señor es continuar el proceso constante de conversión, dejando todo lo que se opone a Cristo y siguiéndolo sin reservas. Al unir nuestro sacrificio al de Jesús, somos llevados a la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y somos purificados, santificados y realizados.

En este capítulo, Jesús es claro acerca de la necesidad de comer su carne y beber su sangre. Él dice: “Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn 6,55-56). Muchas personas se sorprenden al descubrir que la audiencia inicial de Jesús estaba igualmente impactada al escuchar su mandato, como lo están hoy en día las personas. En este capítulo, vemos que la enseñanza de Jesús siempre ha sido controvertida, pero el Señor nunca vacila o matiza sus palabras ante la oposición. La controversia o la falta de fe no tienen el poder de cambiar la enseñanza de Jesús. Él siempre es fiel a sus promesas.

Estoy emocionado de recorrer juntos estos misterios Eucarísticos. Oro para que el Espíritu Santo ungiera la predicación de todos aquellos que comunican estos mensajes y que también llene sus corazones y los prepare para recibir más plenamente la vida de Cristo entregada por ustedes en la Eucaristía.

A continuación, les presento una lista de maneras en las que pueden participar más plenamente en la Eucaristía.

 

    1. Cuando lleguen a la Misa, dediquen tiempo en una conversación tranquila e íntima con nuestro Señor para prepararse para la Misa. ¿Por qué están agradecidos de la semana pasada? ¿Con qué están luchando? ¿Qué gracia desean del Señor en esta Misa? ¿Por quién en su familia, entre sus amigos o enemigos quieren orar? ¿Quiénes están enfermos, sufriendo o necesitados, y a quiénes desean traer a la Eucaristía mientras se ofrecen al Padre en la Misa?
    2. Cuando comience la Misa, entren en ella a través del canto de entrada cantando y respondiendo. Digan las respuestas en voz alta desde el corazón.
    3. Cuando el sacerdote los invite a reconocer sus pecados, tomen entre 20 y 30 segundos para reconocer el pecado personal que desean confesar de la semana pasada. También es un momento para reconocer los pecados del mundo, como la guerra, el odio hacia los enemigos, el aborto, la eutanasia, el tráfico humano, de drogas o sexual, el racismo, la explotación de los pobres, recurrir a ídolos que nos alejan de la dignidad de la persona humana, etc. Este es un momento para pedir al Señor que nos lleve a todos a la conversión y al arrepentimiento de nuestros pecados.
    4. Mientras escuchan las lecturas, pidan al Espíritu Santo que los ayude a estar atentos y escuchar la Palabra de Dios. ¿Cómo están hablando sus palabras personalmente a su corazón y su relación con ustedes?
    5. Durante la homilía, oren nuevamente al Espíritu Santo para que los ayude a escuchar. Oren por el sacerdote o diácono para que proclame fielmente la verdad del evangelio y los ayude a conocer la misericordia y el amor de Jesucristo. ¿Dónde los está llamando Jesús a entregar su vida más plenamente a él y a seguirlo con la entrega completa de ustedes mismos?
    6. Las oraciones de los fieles nos recuerdan orar por las diversas necesidades del mundo y por la reparación a través del único sacrificio de Cristo por los pecados del mundo. En la ofrenda, ¿hacen un regalo consciente de ofrecer su vida al Padre con el único sacrificio de Jesús hecho presente en el altar? Su sacrificio es el regalo de su vida entregada al Padre, para entregarse a la voluntad del Padre, así como Jesús se le entregó.
    7. En la Oración Eucarística, escuchen atentamente las palabras de consagración. ¿Escuchan a Jesús hablándoles personalmente, “Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes… este es el cáliz de mi sangre… que será derramada por ustedes“? Cuando escuchen a Jesús pronunciar esas palabras, ¿están convencidos en su corazón de que él les está hablando?
    8. Al rezar el Padre Nuestro, nuevamente oren en voz alta desde el corazón y estén atentos a las peticiones y cómo las oran. No se apresuren con cada petición de manera mecánica. ¿Realmente sienten cada petición?
    9. Al dar el signo de la paz, háganlo con reverencia hacia la otra persona.
    10. Al prepararse para recibir el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor, acérquense a la Eucaristía con la firme convicción de que es la verdadera presencia del Cristo Resucitado, y digan su “Amén” con amor y reverencia hacia aquel a quien están recibiendo. Es su preferencia personal si reciben en la lengua o en la mano, y nunca la del sacerdote, diácono o ministro extraordinario. Lo importante es que sepan a quién están recibiendo y que lo hagan con reverencia.
    11. Finalmente, al salir de la Misa, ¿qué misión desean llevar a cabo durante la semana para llevar el evangelio a su familia, compañeros de trabajo, ciudad y al mundo? Cada discípulo debe llevar la buena nueva al mundo y vivir su fe en Cristo en el mundo.

 

¡Que Dios los bendiga abundantemente y al permanecer en su amor, que él traiga el avivamiento que desea en sus corazones, en la Iglesia y en el mundo!

Sinceramente suyo en Jesucristo,

Excmo. Mons. Samuel J. Aquila, S. T. L.
Arzobispo de Denver

[1] Papa Francisco, “Reunión con el comité organizador del Congreso Eucarístico Nacional”, 19 de junio, 2023.