Todos los fieles de la arquidiócesis de Denver estamos llamados a recobrar con mayor claridad nuestra misión como Iglesia y descubrir nuestro propio papel en el gran relato de la historia de la salvación. Es parte esencial del discipulado ver la realidad como realmente es, o sea, por medio de la gran historia de lo que Dios ha hecho a través de Jesucristo.

La misión y las enseñanzas de la Iglesia son permanentes; no cambian. Sin embargo, ¿de qué manera podemos mejor cumplir con esta misión en el presente? Más que llevar a cabo nuestros propios planes o nuestras mejores ideas, es necesario escuchar y discernir la voz de Dios para dejarlo ser el “arquitecto” de nuestra arquidiócesis. Así construiremos de acuerdo con su plan y su designio y estaremos entregando cada paso del camino al Espíritu Santo, que es el agente principal de toda renovación.